lunes, 13 de septiembre de 2010

El Avance en la Objetivación de la Cultura Mexicana, y el Progreso del Narcotráfico

Una perspectiva sociológica desde las teorías de la modernidad.

Por: Luis Enrique Martínez

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San Agustín


Dice Georg Simmel que la cultura está compuesta por una dualidad entre lo objetivo y lo subjetivo, arguyendo que la parte subjetiva de la cultura es la que ha sido creadora de ella, la que la inspira, los valores, el arte, la estética. Y la parte objetiva, lo que proviene propiamente de lo subjetivo, es decir; la creación. La cultura se compone por un alma subjetiva y un producto espiritual objetivo.

El presente ensayo pugna por la apuesta de Simmel, que es la de la cultura subjetiva como meta final dominante, y se enfocará en el postulado de González García de la ampliación de la preponderancia de la cultura objetiva sobre la subjetiva, en este caso situándonos en el contexto mexicano, ubicando a la primera como impulsora del progreso del narcotráfico en México, identificando variadas realidades individuales que conforman el colectivo, mismas que pueden componer una posible tragedia cultural.

Cultura según Simmel, puede ser definida como “el camino del alma hacia sí misma” . En el caso mexicano, existe una mezcla variada en la cultura, que ha sido influenciada por las culturas prehispánicas, y posteriormente por las ideas del mundo occidental cristiano en la colonización. Durante el siglo XX, la cultura mexicana ha sido influenciada también, y principalmente por el país dominante de la escena internacional, y geográficamente ubicado como vecino de México, los Estados Unidos de Norteamérica.

El narcotráfico, definido por el Código Penal Federal Mexicano, se entiende como la producción, transporte, tráfico, comercio, suministro o prescripción de narcóticos; considerados como tales a los estupefacientes, psicotrópicos y demás sustancias o vegetales que determina la Ley General de Salud, los Convenios y Tratados Internacionales de observancia obligatoria en México y demás disposiciones aplicables en la materia.

Si bien la producción, el tráfico, el consumo, el suministro o el comercio de narcóticos, se establecen como ilegales por el Estado Mexicano –con las respectivas excepciones de dosis permitidas para el consumo–, estos son una realidad existente en la cultura mexicana, que desde el punto de vista aquí expuesto, se ha ido objetivando y con ello, dichas acciones han ido en incremento.

En la realidad social de México, ha cobrado preponderancia la cultura objetiva sobre la subjetiva debido a distintas causas, se ha generado que se sobrevaloren modas que como es de su condición, antes no existían como tales. Una de ellas, y que va ligada con el estilo y la diferenciación, así como la pertenencia a los grupos sociales, es la del consumo de narcóticos.

Así podemos observar, que en algunos estratos y grupos sociales, existe consumo de marihuana, caso específico de algunos grupos existentes al interior de Universidades públicas, que de la mano de determinados atuendos, conductas, y lugares a frecuentar, generan diferenciación, pertenencia y, por supuesto, establecen una moda distinta al del resto de la comunidad universitaria.

Así mismo, el consumo de narcóticos también se convierte en factor decisivo de pertenencia y diferenciación entre clases sociales. Para otro grupo social fácilmente identificable, existe consumo de sustancias distintas a la marihuana; un caso que también ha sido moda, es el del conocido como “éxtasis” y otro más, que está cobrando importancia en México actualmente es el LSD o “ácido”, cuyo consumo es común en algunos grupos de personas, principalmente jóvenes, que gustan de la “vida nocturna” y frecuentan lugares como bares y discotecas, donde se encuentran con jóvenes de sus mismas condiciones, que a su vez, pertenecen a dichos grupos que pueden funcionar como máscaras, tras las cuales pueden ocultarse para mantener su espacio íntimo de libertad y de autonomía frente a la sociedad.

Dentro del mundo de los narcóticos, de su producción y tráfico en México, se logra visualizar que es un mercado moderno, de producción en masa y dirigido para la generalidad de las personas potencialmente vulnerables al consumo de estos, equiparable a los supermercados modernos y grandes establecimientos; a su vez, entendiendo lo que Max Weber afirma, sí existe una mentalidad compulsiva hacia el trabajo y el ahorro, ésta debido al ansia de acumulación de riqueza por parte de quienes se dedican al ilícito, donde su principal incentivo, y lo que más valoran, es la riqueza y el dinero, por encima del arte y la estética, que han pasado a ser parte de la cosificación de la cultura subjetiva.
Lo anterior define claramente al dinero como símbolo de las relaciones humanas, basadas en la objetividad y no en el sentimiento, como lo enuncia González García parafraseando a Weber, y que a su vez, este puede ser un reflejo de la sociedad capitalista mexicana, donde el consumo es el incentivo para continuar trabajando, aunque en este caso sea de manera ilegal, para lograr obtener lo efímero, las modas, el cambio permanente, debido a la fugacidad de la vida y a la falta de los valores que dan sentido, pues el dinero es igual a la objetivación de las relaciones sociales. Es aquí donde se enlazan consumo y producción y se interrelacionan, por lo que para que exista uno, debe existir el otro, y así en el narcotraficante y el consumidor.

Al respecto de las relaciones sociales, menciona Luigi Zampetti que primero se debe entrar dentro nuestro, realidad que en una época que todo se ha exteriorizado y banalizado, aun las cosas más íntimas y sagradas, no es ciertamente empresa fácil, donde las previsiones, donde lo que se había mencionado por todos aquellos que habían prometido bienestar y una nueva sociedad, mismos que poco a poco se retiran en silencio, se han mostrado falaces. Tal malestar asume proporciones siempre más vastas. Es un malestar que acomete al hombre en su esencia intrínseca. La sociedad está sofocando al hombre y a su misma posibilidad de vivir…

El problema entonces se encuentra en la falta de valores por la que está atravesando la sociedad mexicana, donde, como lo menciona Riesman, la sociedad se convierte en una “muchedumbre solitaria”, y de la mano con la tesis de Simmel del “shock de lo nuevo” que está ligándose a los avances tecnológicos y a la globalización en general, pero que a su vez se encuentran alejados de un sentido ontológico de la vida.

No existe una “rebelión de las masas”, sino más bien “de las cosas”, dice Simmel, y una de las reacciones de algunos sectores de la sociedad mexicana, es el refugio en narcóticos, que por identidad o por moda, terminan siendo parte de la cultura en sectores diversos de dicha sociedad.

La tarea será la de devolver o crear en México ese arte y esa estética, como “sentimiento de gratitud hacia el mundo y hacia la vida” , y permitir que la parte subjetiva de la cultura se engrandezca, y enaltezca a la sociedad mexicana.


Referencias:

Zampetti, Luigi. La Sociedad Participativa. Fundación Adolfo Cristlieb A. C. México 2003. Pag 23.

González García, José M. Max Weber y Georg Simmel: ¿dos teorías sociológicas de la modernidad?, Instituto de Filosofía CSIC. Pp. 73-95

Código Penal Federal. Congreso de la Unión, México 2010. Art. 193-194.