Por Luis Enrique Martínez
Veo en esa generación de
venezolanos la gran oportunidad de continuar con su lucha y de seguir
transformando a su país. A pesar del resultado, esta elección no es del todo
mala, pues se ha construido una oposición real que ha logrado obtener más del
44% de los votos de los venezolanos, el cual es un importante número de
ciudadanos que le dijeron “No” al proyecto oficial. El reto de esta generación
es permanecer y hacer crecer su liderazgo.
Desde que inició este año estuve
siguiendo paso a paso la elección presidencial de Venezuela. Antes de que los
partidos políticos opositores a Hugo Chávez definieran a Henrique Capriles
Radonski como su candidato de unidad, este personaje ya me había llamado la
atención por varias cosas: la primera fue su juventud, la segunda su discurso y
propuestas de cambio, y la tercera fue la gran campaña política que había
iniciado. Capriles Radonski sería definitivamente el mejor candidato que
tendría la oposición a Chávez, para tener la oportunidad de un cambio de
régimen en ese país.
Me ha parecido muy lamentable que
el día de ayer se haya declarado la reelección de Chávez por otros 6 años más
-con los que cumpliría 20 años al frente del poder-. Me ha parecido lamentable
puesto que en Venezuela impera un régimen autoritario, que no cree en la
libertad y la democracia, y utiliza el aparato gubernamental para suprimir los
Derechos Humanos de los venezolanos.
Es evidente que la elección del
día de ayer ha estado llena de irregularidades y ha sido muy inequitativa...
Hay quienes denuncian fraude electoral, a pesar de que Capriles Radonski ha
decidido reconocer el triunfo de Chávez; algunos otros aseguran que Capriles
Radonski ganó la elección presidencial, pero los jefes del ejército venezolano
lo intimidaron con amenazas de un nuevo golpe de estado y desatar muertes de
civiles en el país. Al final solo pocas personas conocen lo que en realidad
sucedió en esa elección.
A quienes dicen que Chávez
legítimamente ha ganado las elecciones de Venezuela, se les puede responder que
el dictador Porfirio Díaz también ganó siempre las elecciones en México, así
como posteriormente también el Partido Revolucionario Institucional, lo hizo.
La realidad de Venezuela es que en los 14 años que ha gobernado el régimen de la revolución, la población vive con serios problemas en materia de salud y falta de acceso a hospitales
y clínicas; falta de oportunidades para la educación; los índices más altos de
violencia en todo América Latina y un fuerte atraso tecnológico. Todo esto a pesar del
auge petrolero de su país. En los estados donde gobierna el partido
político de Chávez, hay serios problemas en los servicios públicos; un caso
especial es la falta de agua potable.
El oficialismo, anclado en una
campaña del terror en contra del cambio que ofrecía Capriles, dijo que al día
de hoy Venezuela es mejor que cuando Chávez llegó al poder, utilizó a los
empleados gubernamentales para hacer campaña y acudir a mítines, y los amenazó
con ser despedidos si no apoyaban a Chávez, así como también se les dijo que si
Capriles era Presidente, perderían sus empleos –lo cual Capriles negó
rotundamente, y puso como ejemplo su gobierno en Miranda-.
Las misiones, que son apoyos sociales
del gobierno, fueron condicionadas a cambio del voto para Hugo Chávez, y
también se intimidó a los beneficiarios argumentando que si Capriles Radonski
llegaba al poder, estas les serían retiradas. Los similares a Chávez en México
–del PRD en su mayoría– aplauden la reelección de éste personaje, pues dicen
que el “proyecto social” de Venezuela sería suprimido por la derecha
capitalista, según ellos, representada por Capriles Radonski. Argumentos
definitivamente provenientes de la ignorancia del proyecto de Henrique
Capriles, y de su visión sesgada del mundo, mismo que para ellos se divide en
dos: los capitalistas malditos, y los socialistas mesiánicos. A ellos les digo
que el espectro político del mundo actual es mucho más complejo que las simples
derechas e izquierdas que imperaron a principios del siglo pasado.
A pesar del resultado de la
elección de Venezuela, resulta positivo reconocer que hay una generación de
jóvenes que se está consolidando en la lucha por la democracia de su país. Una
generación que me hace recordar el caso de Manuel Gómez Morin y de Efraín
González Luna, jóvenes mexicanos que se aventuraron a combatir las insolencias
del gobierno cardenista, y decidieron trabajar por un mejor país y formar una
generación de ciudadanos que a la fecha ha trascendido en su legado y herencia
en el Partido Acción Nacional, el auténtico partido político liberal y
humanista de México.
El mismo candidato Capriles
proviene de una generación de políticos jóvenes que buscan llevar a Venezuela a
un régimen de libertades e igualdad de oportunidades, con un modelo económico
actual donde quien decida emprender un negocio pueda hacerlo sin trabas del
gobierno y con la certeza de que éste cuidará de sus propiedades.
En esta era de la información,
depende de la juventud de América Latina revalorizar el significado de la
democracia y del voto para lograr los grandes cambios que nuestros países
necesitan, con gobiernos auténticamente ciudadanos, verdaderos gobiernos
emanados del pueblo y que sirvan al mismo pueblo, no a intereses de modas
internacionales, o fobias político-económicas.
Es una gran noticia para
Venezuela que tantos jóvenes hayan acudido a votar por un proyecto de progreso,
y que sean estos quienes sigan impulsando la idea diferente de que en Venezuela "algo bueno está pasando" y que sí “Hay un Camino”, y lo seguirá habiendo.