martes, 19 de abril de 2011

El México de Hoy

Por: Luis Enrique Martínez


“Junto a esta idea viviente –del Mexicano–, o mejor dicho, junto a esta realidad viva, qué pequeña y qué falsa aparece la sombría concepción del trabajo como esclavitud humillante y castigo. No es nada de esto el trabajo, sino, por el contrario, una gran dignidad, un valor humano preeminente entre los superiores, una energía creadora de esperanza y bienestar, una luminosa empresa de generosidad y de amor” (González Luna, 1955, pág. 270)

El México de hoy se encuentra ante al reto de hacer frente a los problemas de la actualidad. El objetivo del presente trabajo es describir brevemente la forma actual que México, como nación –como comunidad de comunidades, unidas por diversos vínculos, con origen y destino común, como suma de partes que se enriquecen con el aporte socialmente de las mujeres y los hombres que la componen, con comunión de pasado, de presente y de destino (PAN, 2002)– ha tomado frente a la modernidad, y el estado que guarda la nación mexicana con respecto a la pobreza, la atracción, el amor, las actitudes, las motivaciones, y los movimientos sociales que han surgido producto de una realidad construida a través de la historia.

Los ejes rectores para hablar sobre las actitudes y motivaciones del México de la actualidad que se utilizarán en el presente trabajo serán: a) desde la historia dividida en etapas desde la colonia, el México independiente, el México posrevolucionario y la actualidad, b) la falta de oportunidades en educación, c) el problema del desempleo, d) la inseguridad, y e) el derrumbe de los valores.

México nace como un nuevo Estado soberano con notables diferencias sociales, producto de la multiculturalidad que se puede encontrar en un territorio con distintas tradiciones, creencias y concepción del hombre, mismas que se vieron forzadas a combinarse con las del mundo occidental cristiano a la llegada de los españoles a dicho territorio con la colonización.

“El México de la colonia”, fue una combinación de diversas culturas, que se fueron modificando en diversos aspectos conforme la tradición española fue permeando en la sociedad prehispánica. Poco a poco, los habitantes del posterior territorio mexicano, fueron adoptando costumbres, creencias, valores, religión y las actitudes de los colonizadores.

Fue ahí cuando a raíz de una mezcla de culturas, con un régimen monárquico, con centro en España, el habitante de dicho territorio adquirió una consciencia tanto de pertenencia, como de rechazo a una nación que intentaba surgir con abismales diferencias de clases sociales y, por tanto, de oportunidades.

Posteriormente, debido a diversos factores sociales, principalmente las desigualdades, así como las ideologías y creencias, se da paso a la independencia de México y se crea por fin, después de trescientos años de colonización, el Estado Mexicano.

En dicho Estado, predominaban las desigualdades sociales; el noventa y cinco por ciento de la población era analfabeta, y se distinguía por adorar a la Virgen de Guadalupe, que se convirtió en un símbolo de identidad mexicana.

El período del México independiente, hasta la revolución mexicana, se caracterizó por tratar de definir la forma de gobierno de México; por un lado existían los conservadores que añoraban al imperio, y por otro los liberales, que pretendían instaurar una república democrática y representativa. Finalmente, los liberales logran imponerse y se constituye la República Mexicana, democrática, representativa y federal.

Fue hasta después de la revolución mexicana, como movimiento social, que México se va definiendo como una nación plural, diversa, pero con más acercamientos a constituirse socialmente como una nación con identidad propia, que se diferencia de otras naciones en muchos aspectos, principalmente los culturales. Un México que luchó nuevamente por ideales de igualdad y libertad, y por una reforma social influida por diversas ideologías y doctrinas, que pregonaban el derecho a la educación y al trabajo como forma de abolición de la pobreza.

Decía el historiador Pedro Salmerón que con el proceso independentista hasta la revolución, los mexicanos pasaron de adorar santos, a adorar héroes, y se construye una identidad más arraigada de la importancia del hombre con respecto a su contexto social, que fue definiendo las actitudes de la comunidad nacional.

Conforme el paso del tiempo, se han ido dejando atrás las ideologías, y el mexicano en la actualidad está redefiniendo el sentido de pertenencia, modificando sus valores y actitudes frente a los problemas que enfrenta, nuevamente haciéndose la pregunta qué es el hombre y cuál es su lugar en la creación.

Martín Heidegger habla de una teoría de la existencia como tal. Entiende por existencia un ente que posee una relación con su propio ser y una comprensión de este ser. Solo el hombre es un ente que cumple con estas condiciones. Pero la ontología como tal no tiene que ver con el hombre en su diversidad y complejidad concretas, sino, únicamente, con la existencia en sí misma, que se manifiesta en aquel. Todo lo que de la vida humana concreta incorpora Heidegger a su estudio le interesa  en tanto que en ella se manifiestan las actitudes o modos de comportamiento de la existencia misma, tanto la actitud por la que se vuelve hacia sí y se convierte en “él mismo” (Selbst) como la actitud mediante la cual descuida volver hacia sí y no llega, por consiguiente, a ser “él mismo”. (Buber, 1983, pág. 86)

“Dice Georg Simmel que la cultura está compuesta por una dualidad entre lo objetivo y lo subjetivo, arguyendo que la parte subjetiva de la cultura es la que ha sido creadora de ella, la que la inspira, los valores, el arte, la estética. Y la parte objetiva, lo que proviene propiamente de lo subjetivo, es decir; la creación. La cultura se compone por un alma subjetiva y un producto espiritual objetivo”. (Martínez, 2010)

La objetivación en la cultura mexicana, ha tergiversado los ideales de la cultura subjetiva de la que hace mención Simmel, teniendo como resultado un derrumbe en los valores, que significa un hundimiento de la sociedad, en la cual los valores constituyen el tejido conectivo. (Zampetti, 2003, pág. 23)

Continuando con Zampetti, cabe destacar con respecto a los gobernantes en México que “todos aquellos que nos habían prometido bienestar y una nueva sociedad, identificando sin más los dos términos (sociedad del bienestar), se están retirando en silencio y casi a escondidas”. (Ídem)

Derivado de una desorganización social que no ha encontrado una vocación comunitaria, y de un sistema político rebasado por tal estructura, es que se ha dejado de lado a la cultura subjetiva, siendo ésta rebasada por la objetivación, y ha resultado una nación dividida y sumergida en problemas de falta de solidaridad, educación y empleo, mismos que han ido generando un clima adverso de un incremento en la pobreza, y  violencia, donde la sociedad mexicana ha perdido en gran medida la cohesión, y por lo mismo se han insertado en ella problemas como el narcotráfico y la inseguridad.

Las motivaciones del mexicano frente al empleo se han reducido a que el único estímulo para el trabajo sea el salario para la supervivencia, y se ha dejado de lado la concepción que a inicio cita González Luna sobre la dignificación que éste genera.

La solidaridad, como “rostro social del amor”, a la que aluden Juan Pablo II y la Doctrina Social de la Iglesia, así como la construcción de la “Civilización del Amor”, en el México de la actualidad, se han perdido en el camino, y el concepto de amor se ha confundido con el de atracción.

Derivado del desorden social imperante, y la falta de respuestas por parte de los representantes de la sociedad, así como de los males que aquejan a la nación, han surgido movimientos sociales que, nuevamente como en las dos grandes revoluciones que ha tenido México, exigen, en resumen, igualdad de oportunidades para todos los mexicanos, y un clima de paz.

La solución definitiva a estos problemas, es reencontrar el sentido del hombre en México, y dar paso a una reforma social, en la que su “punto de partida y término de una misma trayectoria, premisa y conclusión, agente activo de la reforma y realidad actual sobre la que debe operar para cumplirla; es decir, ímpetu exaltado y fervor del espíritu humano, de la inteligencia y de la voluntad del hombre, y coyuntura histórica, realidad presente, datos actuales del estado social en que el drama va a representarse. El propósito es bien claro: fluye del doloroso problema en cuyo centro vivimos […] en un incontenible anhelo de dignificación nacional.” (González Luna, 1995, pág. 293)


Bibliografía

Buber, M. (1983). ¿Qué es el hombre? (E. Ímaz, Trad.) D.F., México: Fondo de Cultura Económica.
González Luna, E. (1955). Humanismo Político. D.F., México: Fondo de Cultura Económica.
Martínez, L. E. (15 de Septiembre de 2010). Luis Enrique Martínez. Recuperado el 19 de Abril de 2011, de http://luiskikem.blogspot.com/
PAN. (2002). México.
Zampetti, P. L. (2003). La Sociedad Participativa. Cuernavaca, Morelos, México: Fundación Adolfo Cristlieb.

miércoles, 6 de abril de 2011

LA SOLIDARIDAD COMO ALTERNATIVA A LA VIOLENCIA

Por: Luis Enrique Martínez


“Una comunidad está sólidamente fundada cuando tiende a la promoción integral de la persona y del bien común. En este caso, el derecho se define, se respeta y se vive también según las modalidades de la solidaridad y la educación al prójimo. La justicia requiere que cada uno pueda gozar de sus propios bienes, de sus propios derechos, y puede ser considerada como la medida mínima del amor” (Aquino, pág. 99)

El día 6 de abril del año 2011 a propósito de la violencia que existe en México, y debido a la convocatoria hecha por el escritor Javier Sicilia en una carta publicada el 3 de abril en la revista Proceso, se ha llevado a cabo una marcha nacional en repudio a la violencia y a los gobiernos que no han logrado dar una respuesta inmediata a la exigencia de la ciudadanía de otorgar paz a nuestra nación, y específicamente al municipio de Cuernavaca, en Morelos, así como también se ha propuesto alzar la voz en contra de los criminales que han pasado por encima de la dignidad de las personas. Dicha marcha es convocada debido al lamentable asesinato de Juan Francisco Sicilia, hijo del escritor.

En la carta que escribe el poeta Sicilia, titulada “Carta abierta a políticos y criminales”, se repudia la ineptitud de los gobiernos, que no han desempeñado eficazmente su trabajo y, dice, han reducido las muertes de personas a simples estadísticas de sus administraciones. También se hace un llamado  a los criminales, a que respeten un supuesto código de honor en el que dice el poeta, no se violente a personas inocentes.

La indignación que embarga al escritor Sicilia debido a la atroz muerte de su hijo Juan Francisco, debe ser la misma indignación que todos los mexicanos tengamos por el deceso de cada una de las personas que inocentemente han sido asesinadas debido a la ola de violencia que se vive en México, y a la lucha que se ha emprendido desde el gobierno en contra de los criminales.

Una sociedad unida en torno a sus principios y valores, una sociedad que entiende a la solidaridad como “el rostro social del amor”, necesariamente debe acudir a llamados como el que hace Javier Sicilia, que independientemente de ser una convocatoria a una marcha, debe convertirse en un llamado a hacer conciencia y a ser solidarios para vivir armoniosamente en comunidad.

Dice la Doctrina Social de la Iglesia que “todos los valores sociales son inherentes a la dignidad de la persona humana, cuyo auténtico desarrollo favorecen; son esencialmente: la verdad, la libertad, la justicia, el amor” (CEM, 2005, pág. 110) Es por ello que hoy propongo una reivindicación de nuestra sociedad desde las bases, desde la misma sociedad, hacia el gobierno. Una reivindicación en nuestros valores, un llamado a la corresponsabilidad entre sociedad y gobierno.

México se construye desde abajo, hacia arriba, y será labor de los ciudadanos responsables, comprometidos con su país, disminuir la violencia que se ha enquistado en nuestro territorio -y digo territorio porque en el concepto de comunidad, este tipo de violencia no cabría-.

Desestimo los resultados prácticos que la marcha convocada por el poeta pueda tener. Un movimiento social debe convertirse en eso, en movimiento, entendido no como una marcha o una protesta, sino en el cambio, que no se genera de un día para otro, y forzosamente no debe provenir desde el gobierno, sino desde la base social que se ha decidido a ser mejor.

Una sociedad que no entiende el principio de subsidiaridad, que en resumen puede rezar como “tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario”, estará condenada al fracaso y al retroceso.

México creció en gran parte como una nación de personas a la espera de que el gobierno le solucionara sus problemas. Este es un gran error, el cual también fue enseñado por los gobiernos paternalistas y clientelares que preferían mantener a la sociedad estática frente a sus problemas y que, ante ellos, pretendían tener una “barita mágica” para resolverlos.

Nada tiene que esperar la sociedad mexicana de movimientos como el convocado por Javier Sicilia; al contrario, la sociedad ya no debe de esperar: es necesario que la sociedad se una en torno a acciones que ayuden a combatir la violencia, pues si no se comienza desde las bases, difícilmente el gobierno podrá hacer cambios fundamentales. Se requiere de una política de seguridad en la que al ciudadano se le vuelva parte de la solución, y no se quede rezagado como un mero espectador que lo único que puede hacer es protestar en contra de la ineptitud de sus gobiernos.

Frente a los grandes problemas que afronta la sociedad mexicana, se encuentra la opción de la acción posible desde las bases. México es más grande que sus gobernantes, México debe organizarse para realizar lo posible.

Así como hemos creado instituciones importantes en diversos sectores para atacar las indigencias de nuestra sociedad, aportando nuestras excelencias, así también se puede trabajar por mejorar la seguridad pública desde la ciudadanía, llevando a cabo acciones básicas, fundamentales, que la ciudadanía debiera hacer, sin estar a la espera de que el gobierno lo haga.

Contrario a un plantón en el zócalo de Cuernavaca por parte de Javier Sicilia, la sociedad mexicana hubiera esperado la convocatoria a algunas líneas estratégicas de acción, acciones básicas que la misma sociedad puede desarrollar: denunciar todo acto ilícito del que los ciudadanos tengan conocimiento, organizarse en sus comunidades para comprar los focos que hagan falta para el alumbrado público, restauración de espacios públicos para que los jóvenes puedan hacer deporte y alejarse de las drogas, cohesionarse en comunidad o barrio con el pensamiento de “lo que le afecta a mi vecino me afecta a mí, y por lo tanto su bienestar es también el mío”, convocatorias a juntas vecinales donde se organicen para buscar soluciones a sus problemas como comunidad, organización de torneos deportivos o actividades culturales entre las colonias, la búsqueda de la educación en valores entre nuestras familias, y un sinfín de actividades que podemos llevar a cabo como sociedad, mismas que ayudarán a disminuir los índices de criminalidad y violencia que aquejan a la nación mexicana.

Hace algunos meses se quemó por tercera vez el Mercado Municipal de Cuernavaca, Adolfo López Mateos, y lamentablemente no hubo una respuesta clara por parte del gobierno municipal. Para esta última ocasión que se quemó dicho mercado, gobernaba un partido distinto al partido que gobernó en anteriores ocasiones y, como es costumbre lamentablemente por parte de la autoridad, sigue sin haber respuesta.

Por más exigencias que los locatarios han hecho al Ayuntamiento, no han conseguido una solución palpable a dicho problema. Resulta que parte fundamental por lo que se ha incendiado el mercado, ha sido la mala instalación eléctrica, además de la irresponsabilidad de algunos locatarios de “colgarse con diablitos”. Frente a esa irresponsabilidad, y frente a la falta de soluciones por parte del Ayuntamiento, hubo un grupo de locatarios, específicamente de la sección de ropa, que decidió organizarse para cambiar toda la instalación eléctrica y tener una nueva que contara con todos los requisitos que marca protección civil. Esas son las personas que hacen la diferencia.

Estar a la espera de que los criminales recapaciten y cumplan con un “código de honor”, puede ser hasta utópico. De los criminales se puede esperar muy poco, así como lamentablemente también de los gobiernos. Por lo que hoy digo que la solución no se encuentra en protestar y pedir que criminales y gobierno cumplan con la que debería de ser su labor, sino que la solución debe ser conformarnos como una sociedad solidaria, en un verdadero comunitarismo, con un espíritu del cual su motor fundamental sea el amor. Una sociedad que desee ser mejor cada día y que no se conforme con un “yo hago bien lo que me toca”, sino que también aporte sus excelencias al servicio de las indigencias de los demás.

Utópico es querer que los gobiernos solucionen los problemas que como sociedad hemos construido y que egoístamente no hemos querido solucionar; muchas veces no hemos querido mover un solo dedo para solucionarlos por nosotros mismos. ¡Cumplamos con nuestra labor como ciudadanos mexicanos, sí, pero también hay que aportar nuestros dones al servicio de la perfección de los demás, lo cual se reflejará en la sociedad! La consigna de que el gobierno cumpla con su trabajo es válida y legítima, pero aunque lo hiciera, si continuamos con una sociedad que no cumple con el suyo, pocos frutos se verán de ese trabajo de gobierno.

Por último, decía el poeta Sicilia “estamos hasta la madre”, y en efecto lo estamos; estamos hasta la madre de algunos miembros de la sociedad, egoístas y paralíticos que no quieren ver que la solución está en sus manos y que prefieren optar únicamente por la queja irresponsable. Es momento de dejar de estar “hasta la madre” y de dejar de quejarnos de lo que los gobiernos no hacen por nosotros, y comenzar a ver lo que nosotros no estamos haciendo por nosotros mismos. No es momento de fomentar odios, es tiempo de unidad y solidaridad.

Trabajos citados

AQUINO, S. T. (s.f.). Summa Theologiae. Leon.
CEM. (2005). Los valores fundamentales de la vida social. En C. d. Mexicano, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (pág. 528). Distrito Federal: Librería Editrice Vaticana.